Mientras equipos como Knicks o Lakers sufren para reagruparse para el futuro, San Antonio nos sigue demostrando que más allá de ser un gran mercado, de tener las mejores atracciones en la ciudad o del glamour que pudieran representar otros mercados, lo más importante es la estructura que sostiene al equipo y sobre todo la parte humana y valores que rigen una organización.

El arte de la reconstrucción

Tan pronto cayeron eliminados ante los Clippers, en las oficinas de los Spurs comenzaron a trabajar en los pasos a seguir para volver a pelear por el título y eso significaba hacerlo tan pronto como la siguiente temporada. Obviamente había cabos sueltos en los que se venía pensando desde antes, como la continuidad de Tim Duncan, Manu Ginóbili y la renovación de la pieza angular del futuro, Kawhi Leonard. Pero también se dieron tiempo para echarle un ojo a la agencia libre y ver de qué manera podían renovar a un equipo que por más de 10 años ha estado acostumbrado a ganar no menos de 50 partidos por campaña.

La temporada está a más de tres meses de arrancar y obviamente queda mucho por demostrar, pero los movimientos hechos por San Antonio lo ponen nuevamente como uno de los grandes contendientes al título, obtuvieron a LaMarcus Aldridge, el agente libre más buscado, concretaron el regreso de dos pilares como Manu y Duncan, aseguraron la continuidad de Kawhi Leonard y por si fuera poco, convencieron a Dany Green de firmar un nuevo contrato por una menor cantidad de lo que habría podido obtener en otro equipo.

Es cierto, tuvieron que sacrificar a un gran tipo como Tiago Splitter, cumplidor en la duela y excelente persona dentro y fuera de la misma, pero en medio de la reconstrucción obtienen al aporte de un veterano como David West, quien decide renunciar a más de 10 millones de dólares en su último año con Pacers para jugar por poco mas de 1 millón con los Spurs.

Estos movimientos tan precisos no son obra de la casualidad, se necesita mucho talento en la parte de las operaciones, pero está claro que sobre todo destaca la parte humana, es que los jugadores se sientan parte de una familia, donde lo más importante es trabajar por los triunfos en equipo y no por el lucimiento personal, que sin duda llegará de la mano de los éxitos colectivos. Eso es justo lo que deberían aprender las gerencias de Lakers y Knicks, pues da la impresión que los cambios deben comenzar hacerse desde las oficinas, antes de pensar en reclutar superestrellas.

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