James White #20 en viva basquet Craig Jones /Allsport

Fue el cuarto de nueve hermanos, nació y creció en  Nueva York, desde pequeño demostró su gusto por el basquetbol, deporte que practicaba en una pequeña cancha de cemento con tableros de madera y cadenas de fierro en los aros justo pasando la calle de la unidad habitacional donde vivía. Las primeras veces que asistió a las canchas fue porque sus hermanos mayores lo hacían, el los veía jugar tercias o algunas veces partidos de toda la cancha mientras el lanzaba el balón,  todavía era muy pequeño para poder formar parte de los equipos que sus amigos y hermanos seleccionaban, siempre escogiendo los más hábiles al principio y dejando a los menos habilidosos al final.

Su padre perdió la vida en un asalto, su madre trabajaba todo el tiempo , así que cuando salía  de la escuela su abuela era la encargada de darles de comer, con el paso del tiempo el estar jugando basquetbol se convirtió en parte de su vida.  Poco a poco fue volviéndose más ágil y habilidoso con el balón.

Un día decidió probar en el colegio y se quedo en el equipo, ahí tuvo a su primer entrenador quien le enseño los fundamentos del deporte. A pesar de ser muy joven tenía una inteligencia dentro de la cancha que lo hacia sobresalir de los demás, el tiempo paso rápidamente y llego el momento de asistir a la preparatoria.

El joven decidió asistir a una escuela cerca de su casa, su primer año se convirtió en la sensación, era un jugador con características físicas por encima de los demás y un talento para reconocer las grietas en las defensivas contrarias que aprovechaba para atacar el aro. Poco a poco empezaron a ganar partidos y colocarse en la parte alta de los rankings nacionales, los medios empezaron a voltear hacia ese talento que los deslumbraba, los periódicos escribían acerca de él. Lo que en un principio era una o dos cámaras en las conferencias de prensa se multiplicaron hasta alcanzar la docena, algo inusual para una preparatoria que en años anteriores les sobraban espacios para los reporteros. La primera portada de “Sport Illustrated” llego cuando alcanzaron la final nacional, todos lo veían como el nuevo Michael Jordan, el nuevo LeBron James decían otros. A pesar de todo el talento del nuevo profeta del basquetbol perdieron en la final, sin embargo él terminó con 28 puntos, 18 rebotes y 12 asistencias, números increíbles para un jugador de preparatoria.

El siguiente año todo siguió de la misma manera, rápidamente se colocaron en la parte alta de los rankings, cada día se veía mas fuerte, pero no había perdido su habilidad, era un jugador que su coach lo requería podía ser el armador del equipo, otras veces jugaba dentro de la pintura y algunas otras se podía aislar con su defensivo y hacer una jugada que por lo regular terminaba en el top ten de los noticiarios deportivos. La gente respondía al esfuerzo de su equipo y de su gran estrella y llenaban el pequeño gimnasio con capacidad para 2 mil espectadores.

Nuevamente llegaron a la final nacional, esta vez consiguieron el título derrotando al favorito por un abultado al marcador, todos le aseguraban un lugar en la NBA, sin embargo ese verano su vida dio un giro.

La zona donde vivía era una de las más marginadas de la ciudad: robo, tráfico de drogas y violencia intrafamiliar eran cosas del diario. Un día unos amigos lo invitaron a una fiesta, después de todo a su corta edad era una celebridad y todos lo querían. Las salidas se hicieron constantes y con ellas se incremento la manera en que bebía.  Una noche para que su madre no se diera cuenta de que había bebido sus amigos de parranda le sugirieron que inhalara un poco de cocaína. Así del alcohol paso al uso de drogas, todo en cuestión de semanas.

Una madrugaba mientras regresaba de una fiesta hubo una pelea de pandillas, el motivo por el cual empezó es lo de menos, en medio de los golpes alguien saco una pistola, sin pensarlo dos veces la disparo, varios fueron los heridos, la estrella del basquetbol corrió tratando de refugiaste de las balas, sin embargo al dar la vuelta a la esquina fue golpeado con un bat de beisbol en la cara, el golpe fue tan fuerte que le reventó el ojo derecho. Ahí termino todo. Su incipiente carrera había terminado en un abrir y cerrar de ojos, el talento que deslumbró a la nación entera no regresaría a las duelas nunca más.

Póngale el nombre y apellido que ustedes gusten, esta es una historia que se repite todos los días  en diferentes partes del mundo y esto es una forma de rendir un pequeño homenaje a todos esos jóvenes basquetbolistas que por la violencia, las drogas o cualquier otras circunstancia han terminado su carrera, muchas veces incluso antes de que comenzara.

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