Esta vez decidimos abrir un espacio a uno de nuestros lectores que además de ser un fiel seguidor del basquetbol, es un gran aficionado de los Spurs de San Antonio, equipo al que sigue desde hace varios años. La ocasión lo ameritaba, creíamos que Dave podría transmitir el sentir de muchos aficionados de San Antonio tras el retiro del ícono de la franquicia texana.

Era la tarde del Sábado, 25 de Abril de 1998, los Playoffs de la NBA estaban en marcha por
TV Azteca (sí señores, sintonizar a esa televisora en esa década fue lo máximo) y la Primera Ronda del Oeste tenía como uno de los enfrentamientos clave a los Phoenix Suns recibiendo a los San Antonio Spurs en la American West Arena de Arizona para el Juego 2.

No más Señor Tim Duncan en la NBA

Al medio tiempo, Alex Blanco hizo un reportaje sobre el que ya había sido nombrado el Novato del Año, un tipo de 2.11m proveniente de la Universidad de Wake Forest llamado Timothy Theodore Duncan cuyos promedios eran de 21 puntos, casi 12 rebotes y 2.5 tapas por partido, nada mal para un joven que enfrentaba a los hombres grandes de aquel entonces y cuyo trabajo de pies era comparado con el de Hakeem Olajuwon y quizá el mejor visto desde Kevin McHale.

Aquella tarde –que a propósito coincidió con el cumpleaños número 22 de “Timmy”- fue uno de los días que más recuerdo como aficionado al baloncesto. Sabía de la existencia de Duncan como una estrella emergente, de su talento que le valió para ser llamado al All-Star de 1998 siendo un “Rookie” en la NBA y de su respeto por “El Almirante” Robinson reeditando la versión de las “Torres Gemelas” versión 90’s, pero en ningún momento imaginé que las imágenes vistas en aquel reportaje fueran el motivo para seguir de forma permanente al 21 de los Spurs, dicho sea de paso me convertí en un fanático de San Antonio desde los 11 años de edad.

Como muchos, la fiebre del “Ultimo Baile” de MJ y los Bulls en ese entonces era el motivo principal de ver NBA. Tras el retiro de Jordan suscitado oficialmente en Enero de 1999 y el paro de actividades debido al “Lockout” de jugadores significó una dura crisis para la liga, muchos de aficionados hallaron consuelo siguiendo a la nueva generación de jugadores de los Lakers, los detractores de Michael admiraban al Utah Jazz, muchos se enamoraron del juego de los Mavericks y la presencia de un mexicano en Dallas, algunos creyeron que Reggie Miller y los Pacers al fin dominarían en el Este y en la liga; yo, como pocos en ese
tiempo (sé que la legión de aficionados de los Spurs en México ha crecido ahora) me sentí identificado con el equipo más consistente en las últimas dos décadas de la NBA.

Mencionar el legado de Tim Duncan con gente de básquet quizá para este momento sea algo que sale sobrando. Entonces, ¿qué representa él para la historia NBA y la grandeza el deporte en sí? Lealtad ante todo, jugadores han llegado, se han marchado o quizá han cambiado de aires persiguiendo el éxito en la liga profesional más importante del basquetbol en el mundo. Y es precisamente ese uno de los reproches más socorridos por los seguidores ocasionales de la NBA que a menudo escucho para no mirar este deporte en la
TV: La NBA se está convirtiendo en un mercado adinerado en primer lugar antes que una contienda de pasión por el juego, se han perdido valores como la humildad, el respeto y por supuesto la lealtad.

Lo básico.
“Vuelva a lo básico y elevará el nivel en todo lo que haga.”
Nadie representó mejor esa frase tomada del libro “Mi Filosofía Del Triunfo” que Duncan. No por menos fue apodado con el sobrenombre de “The Big Fundamental”, baloncesto puro, sin muchas clavadas espectaculares, sin pases de fantasía, sin golpes de pecho al batir a sus rivales, sin seguir el juego del “Trash-talk” con Kevin Garnett o Shaquille O’Neal, sin un modo ostentoso de vida, nada. Todo se reduce a jugar con los principios básicos del deporte. Guste o no, la historia ahora lo coloca como el mejor Ala-Pivot, Delantero de Poder, Power Forward o como usted quiera llamarle de todos los tiempos.

¿La única asignatura pendiente que la historia puede reclamarle?: Ese Oro Olímpico no
conseguido en Atenas 2004, donde él y Allen Iverson debieron comandar a un equipo temible en cuanto a nombres pero escasamente desarrollado en talento y que en conclusión ha sido uno de los peores que ha representado a USA en una justa internacional. Los supersticiosos dirán que fue debido a portar ese 13 en el uniforme, pero yo no lo atribuyo a eso.

¿Hay algo que agradecerle a las tragedias de la naturaleza? Sí, nada puede ser peor después de alguna y lo menciono particularmente por “Hugo”, el devastador huracán que dejó en ruinas la zona caribeña incluyendo a las Islas Vírgenes, lugar donde residía el joven de 13 años que soñaba con convertirse en atleta olímpico y no precisamente por sus habilidades con un balón, sino en la piscina. De paso, un enorme miedo a los tiburones privó a Duncan de practicar su pasatiempo favorito en el océano, ya que la alberca de
entrenamiento de aquella isla había sido destruida por el huracán. Una leyenda comenzaba
ha gestarse entonces.

¿Su villano favorito? Joey Crawford, el experimentado y para nada extrañado árbitro de 39 temporadas en la NBA tuvo la no grata experiencia de expulsar a Tim Duncan en 2007 por una supuesta risa del Ala-Pivot estando en la banca. Las anécdotas dicen que Crawford invitó a una pelea a Duncan, lo cual le valió a Joey una expulsión por parte de la liga el resto de la temporada. Para que el referí pudiera reincorporarse a su actividad como profesional, la NBA solicitó el visto de la directiva de los Spurs como condición y una disculpa de Crawford. La relación de ahí en adelante se limitó a pura cortesía.

Humildad.
Parte del éxito de la franquicia texana se ha debido ampliamente al respeto que sus integrantes tienen por los procesos deportivos. Duncan no fue la excepción, cuando llegó a la liga su futuro era ya muy prometedor, su compañero David Robinson era uno de los mejores Centros de la NBA, pero ya no estaba en plenitud y supo pasar la estafeta en el momento preciso para que Tim fuera por muchos años el referente principal del equipo,
después tuvo que compartir el protagonismo con Manú, después cedió más responsabilidad a Parker y ahora hay esperanza de cosas importantes con Kawhi Leonard y LaMarcus Aldridge.

Cada jugador ha sabido cumplir en su momento y eso se debe en gran parte al trabajo (aún descifro si es en lo personal, mental, social, físico, emocional, o una combinación de todas) del entrenador Gregg Popovich. Conjuntar a jugadores con un talento y personalidad específicos para transmitir su filosofía de competencia.
Los Spurs han asistido por 19 años consecutivos a los Playoffs, sólo en tres ocasiones no han clasificado entre los cuatro primeros lugares de la Conferencia Oeste, ningún otro equipo de las principales ligas de los Estados Unidos puede presumir la misma consistencia por un tiempo tan prolongado.

Será difícil pensar en San Antonio sin Tim Duncan, y más difícil es etiquetar un momento favorito de su ilustre carrera, el más dulce que me viene a la mente ahora es el triunfo en el Juego 5 sobre el Heat en las Finales del 2014, aunque otra experiencia memorable fue ver a los Spurs compartir la duela de la Arena Ciudad de México con los niños Triqui en 2013. Si los Spurs vuelven a México en enero próximo como se ha comentado y no hay contratiempos en las instalaciones del inmueble, la nostalgia inevitablemente llegará al presenciar ese juego.

La vida y el juego siguen, hubo vida después de Jordan, hubo Playoffs después de Kobe, y estoy seguro de que habrá motivos para seguir la NBA después de Duncan, pero por hoy hay un vacío en el basquetbol difícil de reemplazar. Permítanme por algunos instantes pensar que la NBA se ha quedado huérfana.

“Juega por el nombre que llevas en el pecho, no en la espalda.” Sinceramente,
¡Gracias Tim Duncan!

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