Por Miguel Boada
El gusto y la capacidad para jugar basquetbol se puede heredar de padres a hijos. Esta situación es la que viven Karl Malone y su hija Cheryl Ford. Malone en la NBA y Cheryl en la WNBA, son el ejemplo de dos generaciones que trabajan y juegan de la misma manera sobre la duela; Cheryl es delantera de las Detroit Shocks, es fuerte, alta, con presencia en la pintura y excelente rebotadora (¿De dónde lo habrá heredado?) En pocas palabras, es exactamente igual al “Cartero”, excepto por una cosa, ella ya es campeona.
A mediados del 2003, exactamente el 16 de julio, el mundo de la NBA se sorprendió cuando Karl Malone y Gary Payton firmaron un contrato con los Lakers de los Ángeles. Después de 1606 juegos con el Jazz de Utah (1,434 de temporada regular y 172 de playoffs) a lo largo de 18 temporadas con este quinteto, “el Cartero” no quiso seguir los pasos de su compañero John Stockton, quien se retiró, y decidió seguir activo, aunque otra quinteta. Todo por un objetivo: ser campeón.
Este cambio de equipo y de sueldo (ya que solo iba a recibir 1.5 millones de dólares) tenía el claro objetivo de poder hacerse de un anillo de campeón de la NBA, que en sus 18 años se le había negado. De hecho, en una encuesta publicada en la página de internet de la NBA, donde se le pregunto a los gerentes generales de la liga, que jugador tenía más hambre de levantar el título de la temporada 2003-2004, el 38.1% respondió que Malone, por 19.0% que apuntaron a Gary Payton.
Malone, con un largo historial dentro de la mejor liga de basquetbol del mundo, se inclinó por los angelinos porque en teoría representaban un equipo que parecía invencible. Shaquille O´Neal, Kobe Bryant y Gary Payton dentro de la duela y Phil Jackson (con 9 anillos de campeón en su haber como coach) fuera de ella, parecía ser el lugar perfecto para alcanzar este sueño-obsesión del egresado de la Universidad de Louisiana Tech.
Al mismo tiempo que la dupla Malone-Lakers comenzaba a dar sus primeros pasos, otra historia se empezó a escribir. Los protagonistas no estaban en la NBA, sino en la WNBA; el equipo no era de la Costa del Oeste, sino del noroeste de los Estados Unidos, exactamente en Detroit. Cheryl Ford, Novata del Año, terminó su primera campaña como profesional con las Detroit Shocks, Cherryl, aunque no tiene como apellido Malone, tiene una relación sanguínea con el delantero, ya que es su hija.
Los dos empezaron una nueva aventura en el 2003, Karl con los Lakers y Cheryl en su debut en la liga, pero los resultados no fueron los mismos. La unión Malone-Payton-Lakers, que hizo surgir a “Los Cuatro Fantásticos” fallaron en su intento de hacer suya la NBA y no pudieron ser los campeones al toparse con una pared llamada Pistones de Detroit. Mientras que Cheryl y las Shocks, de la mano de un ex “Bad Boy”, Bill Laimbeer, se convirtieron en la mejor quinteta de la liga y se llevaron el trofeo de campeonas (venciendo curiosamente a las Sparks de Los Angeles).
Karl, aunque estuvo por tercera vez en su carrera a un paso de conseguir el ansiado título, otra vez se quedó corto y el trofeo Larry O´Brien se le volvió a negar. Cheryl llegó a la WNBA, fue nombrada la novata del año y se convirtió en campeona junto con las Shock. Irónico y quizá injusto, pero lo que en 19 años no ha alcanzado Malone, su hija lo hizo en su primer año.
19 años sin campeonato: una temporada, un título (La vida deportiva Karl-Cheryl)
Las entregas de “Cartero” a la NBA comenzaron en 1985, cuando el Jazz de Utah lo tomo en el lugar 13 del draft de ese año. Malone tuvo que esperar para poder escuchar su nombre y aunque tenía todos los dotes para ser una estrella de esta liga, haber salido de la medio desconocida Universidad de Louisiana Tech lo opaco. Su primer paquete resultó bueno, aunque no espectacular al promediar 14.9 puntos y 8.9 rebotes. Finalizó en el tercer sitio de las votaciones de Novato del Año.
A partir de entonces, los envíos que pasaron por las manos de Malone comenzaron a mejorar hasta llegar a lo más alto de la NBA, donde sólo entran las estrellas. Su ascenso fue trayendo consigo varios sucesos especiales que ubicaron al “Cartero” en la élite de la liga. Así acumula en su gran carrera los siguientes reconocimientos:
- Integrante del grupo “Los 50 mejores jugadores en la historia de la NBA”
- MVP en las temporadas 96-97 y 98-99
- 14 apariciones en el Juego de las Estrellas
- MVP de los juegos de Estrellas de 1989 y 1993
- Formo parte del Primer Equipo NBA 11 veces
- Segundo lugar en la lista de máximos anotadores en la historia (solo detrás de Kareem Abdul Jabbar -38, 387 puntos-)
- Integrante del “Dream Team” (1992)
- 2 medallas de oro en Juegos Olímpicos (Barcelona 1992 y Atlanta 1996)
El único punto negro en este historial es la inexistencia de un campeonato. Durante su carrera, el #11 de los Lakers ha jugado en tres finales; en 1997, el Jazz de Utah no pudo con Michael Jordan y los Toros de Chicago; una temporada después, se repitió la historia y MJ y los Bulls estropearon su sueño. Y en el 2004, los Pistones de Detroit prácticamente borraron a Karl y a los Lakers.
Mientras Malone acumula esa gran lista de logros, Cheryl Ford apenas comienza a dar los primeros pasos en su vida deportiva, pero su andar parece llevar el mismo destino que su papá. Después de jugar en la Universidad de Louisiana Tech (misma donde jugó Malone), donde portaba el número 32 (también el mismo número de Karl), Cheryl fue nombrada la MVP de la West Athletic Conference gracias a los 15.2 puntos y 12.5 rebotes que promedió.
Con estos antecedentes se presentó al draft, donde la jugadora de 1.91 y 97 kilos, fue la tercera seleccionada de la primera ronda. Así llegó a la WNBA, que de inmediato sintió su impacto, ya que en su primera y única campaña completa hasta el momento (la liga está comenzando su temporada 2004), Ford terminó con 10.7 puntos y 10.4 rebotes en promedio, lo que la hizo merecedora al premio de Novata del Año y campeona de la liga.
Su juego, calidad, entrega y desempeño no dejan lugar a dudas de la herencia que Ford Recibió y los comentarios al respecto lo dicen todo:
“Es una de las mejores jugadoras jóvenes de la liga, es una máquina rebotadora”
Afirmó el coach de Detroit, Bill Laimbeer.
“Realmente te recuerda a la forma en la que Karl jugaba de joven”
Y agregó
“Cuando entras a esta liga necesitas establecer una fortaleza para sobrevivir, Karl Malone y Cheryl Ford escogieron los rebotes”
Pero no solo el ex jugador de los Pistones y adversario muchas veces de Malone sobre las duelas lo ve de esa manera, también el propio Karl tiene esa opinión:
“Veo algo de mí cuando la veo jugar. Sé que juega con un gran corazón; eso es lo que me gusta ver”
Y es que su forma de correr la duela, de buscar y descolgar los rebotes, son tan parecidos a Malone como la semejanza física que existe.
La lista de logros y el impacto de Cheryl no tiene la misma intensidad y profundidad, pero el legado que dejó en su primer año y el potencial que puede explotar, la hacen la versión original de Karl Malone en la WNBA.
Fragmento de De tal palo, ¿tal astilla? Año 13, número 122. Agosto del 2004
Deja tu comentario
Debe iniciar sesión para escribir un comentario.