Luego de un verano intenso y lleno de noticias bomba, la NBA regresa este martes con dos juegos que enfrentan a cuatro de los equipos favoritos para llegar a las Finales. Hace pocos días Michael Jordan le tiró con todo a los super equipos de la liga y está en lo correcto, aumentó el número de equipos que concentran a la mayoría de las estrellas de la NBA. El único comentario que me parece desatinado de Su Majestad fue el llamar a los demás equipos basura.

Si bien estamos en lo que parece ser la temporada más dispareja de la NBA en los últimos años, el problema de raíz en este controversial tema tiene lugar en la forma en que trabajan las gerencias de los equipos en los últimos años.

Stephen curry driblando a dos rivales al mismo tiempo

Los Warriors de Golden State, en teoría el equipo a vencer, tienen muchos detractores por la contratación de Kevin Durant la temporada anterior, pero una de sus claves del éxito ha sido el arduo trabajo de Steve Kerr, pero sobre todo el aguantar a una generación que tuvo en Stephen Curry a su primer bastión.

Curry, Klay Thompson y Draymond Green fueron selecciones del Draft de Golden State, jugadores formados en la bahía de Oakland. El éxito para los Guerreros llegó un par de temporadas antes de la llegada de Durant, este sólo fue la cereza de un pastel cocinado con la receta original de California.

Los demás súper equipos, si consideramos a los Cavaliers, Rockets, OKC y Celtics, aflojaron la cartera para repartirse a seis jugadores que entran fácilmente en el Top-15 de los mejores de la liga. Por esa misma razón es normal que la mayoría de los pronósticos tengan a estos cinco equipos en las finales de su respectiva conferencia.

Otro de los puntos a recalcar es la aparente debilidad del Este frente al Oeste, sobre todo si mencionamos que se llevaron a Paul George y Carmelo Anthony al Thunder. Las selecciones del Draft son otra flaqueza del Este, ya que en la más reciente selección los Celtics fueron los que más ruido hicieron con el fichaje de Jayson Tatum procedente de Duke.

El último gran novato perteneciente a la conferencia del Este fue Kristaps Porzingis, un jugador oriundo de Letonia que se ha convertido en el alma de unos desangelados Knicks. Antes del letón podemos hacer mención de Giannis Antetokounmpo, un jovencito griego que se ha echado al hombro a los Bucks de Milwaukee. La falta de visión a futuro de muchas de las franquicias del Atlántico ha matado poco a poco a una conferencia que ha encontrado en los super equipos y LeBron James sus fieles escuderos.

Caso contrario en el Oeste, muchos de los jugadores hoy consagrados, ya sea en su primer equipo o en otra ciudad, fueron bien arropados para desarrollar su talento a tope. Así tenemos a Karl-Anthony Towns, a quien le armaron un equipo sumamente competitivo en Minnesota, Anthony Davis y DeMarcus Cousins en los Pelicans, por mencionar un par de ejemplos. Si a esto le sumas a Kyle Kuzma y Lonzo Ball en Los Angeles y la llegada de Josh Jackson a los Suns de Devin Booker, el futuro se nota más alentador para los equipos del Pacifico, a pesar de la hegemonía de los Warriors y Spurs.

Con el fin de beneficiar el espectáculo, los equipos y jugadores de la NBA han cambiado la lealtad por anillos de campeonato, un negocio redondo en teoría, pero que a mediano y largo plazo puede pasarle una factura muy cara.

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