Por: José Ángel Mora

Cada día que transcurre nos acerca más al término de una etapa crítica en la salud mundial, la cuenta regresiva sigue su curso y la expectativa por una reactivación deportiva en el baloncesto mexicano crece, sin embargo, eso no le genera el mismo sentimiento a todos los que practican el deporte ráfaga de manera profesional, especialmente al elemento mexicano que poco a poco ha ido perdiendo terreno en cuanto a oportunidades dentro de una duela.

Es bien sabido que la atención que genera un extranjero es mayor, sin ser malinchistas pero el morbo que rodea la llegada de un jugador foráneo siempre le abona a las expectativas de los aficionados, medios de comunicación e incluso patrocinadores, esto sin garantizar que dicho basquetbolista rinda dentro de la duela y es ahí donde recae la importancia del desarrollo de la materia prima nacional, esos jóvenes que buscan una grieta y aprovechar las escasas oportunidades brindadas en medio de un baloncesto que evoluciona a pasos agigantados, donde cada vez es menor el rol que se le provee a los propios anfitriones.

Hablar del baloncesto mexicano en la última década es irnos del “suelo al cielo” y viceversa, iniciando en las penumbras deportivas bajo el régimen de un grupo de hombres de pantalón largo que tuvieron secuestrado dicha disciplina por muchos años, para posteriormente alcanzar resultados muy buenos e históricos hace un lustro con la guía del conocimiento y disciplina de carácter ibérico, sin embargo, por sucesos extra cancha se vuelve a una zona inestable donde las declaraciones, decisiones y polémica sobrepasa lo que un equipo puede o deja de hacer, es decir, los malos manejos han llevado a que el desarrollo del baloncesto mexicano vaya en declive hacia la mediocridad causada por los “dueños del balón”.

Hasta hace algunos años, todos hablamos de los 12 Guerreros que nos ilusionaron al volver a un mundial después de décadas de ausencia, un grupo de mexicanos que sobresalían en ligas extranjeras pero que mantenían una base disputando minutos de inicio en la LNBP, algo que poco a poco ha ido en descenso por las situaciones que ya conocemos, incluso, en CIBACOPA era común ver a seleccionados nacionales en su nivel pleno y eso reflejaba el buen momento que atravesaba el baloncesto mexicano, sumado a la regla en el sistema de competencia que marca la participación obligatoria de un jugador mexicano menor de 21 años, lo que generaba una gran oportunidad de foguear y desarrollar nuevos talentos, arropados por la experiencia de elementos nacionales.

Con el paso del tiempo, las cosas se han complicado y el basquetbolista nacional ha ido comprendiendo su rol secundario en las principales ligas de nuestro país, algo que duele aceptar pero que es toda una realidad en las duelas aztecas, y un claro ejemplo de ello es el sinaloense Miguel Pérez Sandi, quien desde muy chico se formó en esta disciplina y forjó su etapa colegial en la Universidad Panamericana campus Aguascalientes, teniendo experiencia en la Liga ABE, CIBACOPA, CIBAPAC y LNBP donde el año pasado participó con Santos de SLP, además de acceder amablemente a una pequeña entrevista en torno al tema principal de esta columna.

El culichi de 25 años mencionó que los principales obstáculos a los que se enfrenta un juvenil en el baloncesto mexicano son derivados de la falta de apoyo pero es optimista al respecto:

“La falta de apoyo en categorías juveniles hace que el desarrollo como basquetbolista sea más lento, sin embargo, creo que cada vez se está volteando más hacia los jóvenes, como ejemplo la Liga ABE, que es un semillero de talentos para las ligas nacionales”.

Ya en su etapa como profesional, debutó en CIBACOPA con Caballeros de Culiacán en 2012 y este año formaba parte del roster del conjunto sinaloense, siendo muy claro en la situación actual del elemento mexicano en las ligas profesionales de nuestro país.

“Hay jugadores nacionales que pueden jugar a un mayor nivel respecto al extranjero, la mayoría está en búsqueda de más minutos en la cancha, por lo tanto, el jugador nacional tiene que hacer el doble de trabajo para ganarse esos minutos”, opinó.

“El jugador mexicano tiene muchas fortalezas respecto al extranjero, conoce más su rol y juega mejor en equipo, tiene más conocimiento de las ligas y sus jugadores, por lo cual sabe cómo jugarle al rival. En mi opinión, el nacional es más disciplinado dentro y fuera de la cancha”

Fueron las palabras de Miguel Pérez Sandi.

Por último, se mostró optimista en torno a la situación de CIBACOPA y abordó un poco el sistema de competencia, donde espera verse favorecido con mayor número de minutos en la duela para la siguiente campaña:

“Yo creo que los equipos (de CIBACOPA) tienen el sustento para poder realizar la temporada 2021 sin problemas y harán todo lo posible para que se haga de la mejor manera, me parece que es una liga muy competitiva, pero les ha faltado confiar un poco más en el talento de los jugadores jóvenes”.

“En mi opinión, deberían ser cuatro extranjeros para obligar que siempre haya por lo menos un mexicano en la duela y aunque entiendo que las ligas mexicanas no son tanto para desarrollar talentos, sí sería necesario que los mexicanos tengan más oportunidad para demostrar sus habilidades y que se tenga mayor participación para poder tener una selección nacional fuerte. Claro que hay talento, sólo falta darle un poco más de oportunidades y creer en los jóvenes que salen de las universidades”

No cabe duda que el camino para un mejor baloncesto en México es claro, apoyar a los jóvenes y proveer ese fogueo para el desarrollo de nuevas figuras nacionales, y aunque se escuche muy sencillo, será muy importante que los dirigentes apoyen éstas propuestas, algo que no se ha dado de la mejor manera en años recientes.

Me despido de ustedes con el agradecimiento por leer éstas líneas que con mucho gusto escribo y esperando que sean de su agrado, buscando que nuestro amado baloncesto tenga un cambio positivo y se encamine a grandes resultados.

Nos leemos pronto…

FacebookTwitterWhatsAppCopy Link