Candice Wiggins dejó la WNBA a sus 30 años, cuando aún tenía algunas temporadas por delante para seguir en buen nivel en la liga femenil, y decidió dedicarse al volleyball, un deporte que ya practicaba desde la universidad.

La ex basquetbolista no solo se cambió por su amor al volley, también confesó que los 8 años que pasó en la liga fueron bastante difíciles, ya que muchas jugadoras fueron hostiles con ella por ser heterosexual, aparte de tener celos de su popularidad,

«Me hubiera gustado jugar un par de temporadas más, pero no era aconsejable por mi estado mental. Tenía una depresión grave, fue muy duro. En la WNBA había una cultura tóxica para mí. Me estaban rompiendo el espíritu»

Cultura tóxica en la WNBA

La originaria de Maryland, está convencida que las jugadoras la bulleaban por ser heterosexual y querían que se sintiera incomoda «La gente estaba intentando deliberadamente hacerme daño todo el tiempo. Nunca me habían llamado p*** tantas veces en mi vida como en mi temporada de novata. Nunca me habían tirado tanto al suelo. El mensaje era: Queremos que sepas que no nos gustas».

Al parecer la “cultura tóxica” de la WNBA hizo que Wiggins terminara por desistir y aunque ella dice que no tiene enemigos en su vida y que no quiere romper las aspiraciones de nadie para jugar en la liga femenil de basquetbol más importante del mundo, sí quería ser honesta con sus convicciones.

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