La primera década del nuevo milenio tiene en los Pistones de Detroit a uno de sus equipos consentidos que conquistó a miles de fanáticos a nivel mundial, sobre todo tras haberle ganado a los Lakers las Finales del 2004. Rip Hamilton, Chauncey Billups, Ben Wallace y Rasheed Wallace vivieron este renacer de la franquicia e hicieron recordar a sus aficionados a los legendarios Bad Boys de Isiah Thomas. Uno de los jugadores más duros de aquel entonces fue Rasheed Wallace, un tipo que desde que llegó a la NBA le gustó meterse en problemas. En sus primeros pasos en la NBA, Wallace protagonizó un pleito entre los Bullets de Washington y los Bulls de Chicago en el que alcanzó a golpear al árbitro.

 

Rasheed, además de haber vivido junto a sus compañeros de la pelea conocida como “Malice At The Palace”, siempre estuvo involucrado en polémica con los árbitros y sus rivales. Una de sus frases más recordadas es “Ball Don’t Lie”, misma que solía gritar a sus contrarios cuando fallaban el tiro libre y él sentía que la falta era inexistente. Para muestra, esta expulsión que sufrió contra los Suns después de sólo haber disputado un minuto.

 

Durante sus 18 temporadas de la NBA con los Bullets, Trail Blazers, Hawks, Pistons, Celtics y Knicks, Rasheed Wallace protagonizó más de 300 faltas técnicas y 29 veces fue expulsado, convirtiéndose en uno de los jugadores más indisciplinados de la historia. Los pleitos de Rasheed Wallace, y su feroz forma de defender, lo convirtieron en un ícono de su generación que creció bajo el lema de “el balón no miente”.

 

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