Apenas se rebaso el primer mes de juego en la NBA y los candidatos al MVP están más que claros. Si bien, son pocos los equipos que han mostrado un nivel constante en lo que va de la temporada, hay casos individuales que han desquiciado a la liga. Russell Westbrook lleva 8 triples dobles en lo que va de la temporada, James Harden lleva 7 juegos consecutivos con doble doble, 14 en 17 partidos que ha disputado.

Otros han destacado, como Anthony Davis que promedia 31 puntos por encuentro, pero los Pelicans no caminan. Caso similar el de DeMarcus Cousins, quien ha logrado juegos con 35 puntos y 20 rebotes, aun así son derrotados los Kings. Estos casos de ofensivos encendidos puede probar el punto de cientos de fanáticos del basquetbol de la vieja escuela: no existe la defensa en el juego actual.

Para esta nueva generación de aficionados al baloncesto, es muy normal escuchar que LeBron anotó 30 puntos, o Curry logró encestar 10 triples. Los marcadores de los partidos suelen rebasar la centena de puntos. La verticalidad del juego lo ha hecho rápido, como una ráfaga como lo definían en los noventa/dosmiles los comentaristas de azteca. No existe poder que se interponga en el camino de Kevin Durant quien seguro hará una volcada espectacular que de inmediato provocará el ruido en redes sociales.

Claro, existen tapas legendarias, como la que LeBron hizo en los últimos momentos en el juego final frente a Golden State. Otros, como Gregg Popovich y Kawhi Leonard son ordenados, tratan de tener un balance en la cancha, muchos los llaman aburridos, pero es un estilo impregnado en una generación no tan espectacular pero efectiva. Como bien comentó Horacio Llamas, un ex jugador que rebasa los 2 metros de estatura, es hora de adaptarse o morir.

Esta mutación que existe o existió en el juego nos ha regalado decenas de nuevos récords, la competencia es dura, en otros aspectos, pero sigue siendo un juego lleno de sorpresas. Muchos desearían que el juego rudo de leyendas como Stockton, Barkley o Rodman regresará. Pero, si se ponen a pensar, debe ser complicado defender a un jugador tan hábil con el balón como Stephen Curry, ponerse enfrente de LeBron cuando intenta colarse a la pintura es un suicidio.

Es probable que la nueva generación no aguantaría la rudeza de los noventa, pero los de los noventa no tendrían la paciencia y velocidad para afrontar el juego actual. Todo cambia.

La defensiva sigue siendo una parte vital del basquetbol, no es que se haya dejado de lado defender, solo que no ha tenido la evolución que tuvo el juego ofensivo. Seguimos con la idea de que la defensa es ser el más feroz en la pintura, aplicar alguna maña para incomodar al oponente, pero esto resulta obsoleto para la forma tan agresiva y efectiva de ir al ataque. Tal vez es momento de buscar nuevos métodos para salvaguardar el aro.

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