Siempre se ha dicho que Kobe Bryant está enfermo de la cabeza cuando se trata de su ética de trabajo. Es alguien que no para jamás, que le dedica horas interminables a su juego, que es el cliché andante de “el primero en llegar y último en irse” y aunque son cosas que no dudo, me encontré con una historia que justamente trata este tema y siempre es mucho mejor tener una versión de primera mano que basarnos en chismes y suposiciones.

La historia la cuenta un preparador físico llamado Rob que actualmente trabaja con los Bengalíes de Cincinnati. Lo llamaron para trabajar con la selección de básquet gringa previo a las olimpiadas de Londres 2012. Llegó, se presentó y le informó al equipo que lo que necesitarán, le avisarán. Corte a las 4:15 de la mañana, suena su teléfono y al contestarlo es Kobe quien le dice “Oye, ¿me puedes echar una mano con algo?”, Rob, obviamente contesta que sí y se lanza a entrenar con Kobe. Al llegar, se encontró al señor Bryant bañado en sudor y no eran ni las 5 de la mañana. Trabajaron en varias cosas, hicieron pesas y estuvieron tirando un rato. Finalmente, destruido después de varias horas, Rob regresó a dormir y estaba citado a las 11 am en la cancha para el entrenamiento.

Cuando llegó, lo primero que hizo fue acercarse a Kobe con el que tuvo la siguiente plática.

Rob: Buen entrenamiento el de hoy, ¿a qué hora terminaste?

Kobe: ¿Terminar?

Rob: Sí, ¿a qué hora terminaste con los tiros que te quedaste haciendo?

Kobe: Aah, justo ahorita. Quería meter 800 y justo acabé.

Blam.

Mientras ustedes están empedando y llegando al after para después dormir y pedir chilaquiles, Robot Kobe está clavando 800 tiros. Por si dudaban de su entrega y ganas de seguir siendo uno de los mejores.

kobe entrenando en viva basquet

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